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¿Por qué hablamos hoy de Eficiencia Energética?

Por Erwin Plett, 1er vicepresidente de la Asociación de Ingenieros de Energía, AEE Capítulo Chile

Por
Erwin Plett

Vicepresidente de la Asociación de Ingenieros de Energía, AEE Capítulo Chile;

Sin duda, una pregunta cuya respuesta no es simple. En primera línea, porque el actual despilfarro generalizado de energía lo estamos pagando caro y con escasas divisas; y generamos problemas de salud y medioambientales severos.

Todos los seres vivientes necesitamos energía para crecer y vivir. Como sabemos, los vegetales cosechan la energía solar mediante la fotosíntesis y los animales aprovechan esa energía en sus procesos digestivos para crecer y, por ejemplo, transformarla en energía mecánica en los músculos y movilizarse. Las sociedades humanas empezaron a usar la energía química almacenada por los vegetales en la leña para cocinar los alimentos e iluminar de noche, usando el fuego. Como estos procesos eran muy ineficientes energéticamente y, por lo tanto, caros, nuestros antepasados apagaban las velas de noche.

Pero hoy dejamos encendidas las luces 24/7 y las consecuencias nos importan poco.

Sin embargo, a las personas en las “zonas de sacrificio” que viven al lado de las termoeléctricas, sí les afectan esas externalidades, para que otros sigan derrochando la energía. Los combustibles fósiles que quemamos en las termoeléctricas son importados, son divisas que salen irremediablemente del país, los transformamos en electricidad en sólo un 30% y contaminamos el ambiente con el otro 70% en forma de humo. Ese 30% en forma de electricidad lo convertimos, por ejemplo, en una ampolleta incandescente en un 5% de iluminación y un 95% de calor, con lo que la eficiencia energética para el fin que le damos, la iluminación, es de menos del 2%; el restante 98% se perdió.

En vehículos con motor de combustión interna, sólo usamos un 35% de la energía disponible en movilizarnos, y el resto se convierte en humo caliente y asfixiante. La nueva Ley de Eficiencia Energética es un instrumento legal que pretende contrarrestar esta irracionalidad.

OPEX vs. CAPEX

Me queda claro, que el Chile actual y venidero demanda impostergablemente el uso racional y eficiente de los recursos energéticos con el propósito de disminuir las externalidades negativas, tanto ambientales como sociales y bajar costos, para poder ir tras la real seguridad y autonomía energética de Chile, convirtiéndonos en un país más auto sustentable.

El Presidente Piñera lo dijo claramente durante el lanzamiento de la Ruta Energética 2018-2022: “Chile es un país muy pobre en energías del siglo XX (combustibles fósiles) pero rico en energías del siglo XXI (energías renovables)”. ¿Entonces somos ricos o somos pobres? ¿De dónde viene este dilema?

Los combustibles fósiles se pueden obtener del mercado internacional todavía muy fácilmente, no requieren de grandes inversiones de los usuarios y, por lo tanto, son “baratos”, generan principalmente costos de operación, OPEX. Se pueden almacenar y tienen una densidad energética volumétrica muy alta. Pero, si se contabilizaran todas las externalidades en salud de las personas y los daños ambientales, definitivamente los combustibles fósiles “no son económicos”. En el fondo los costos adicionales los pagamos como sociedad, no como individuos.

Por otro lado, las energías renovables son “hechas en Chile” y gratuitas (costos de operación marginales tendientes a cero), pero requieren de alto capital de inversiones, CAPEX, para cosecharlas. Adicionalmente, está el problema de almacenarlas y distribuirlas a los centros de consumo. La gracia de las inversiones en Eficiencia Energética es que permiten en primera línea, bajar la alta inversión que requieren las energías renovables limpias. Así que, la meta de toda Ley de Eficiencia Energética debe ser que se hagan primero las tareas básicas del uso racional de la energía y también, que se utilice la energía en forma eficiente aplicando las mejores prácticas posibles, tomando en cuenta económicamente las externalidades y considerando todo el ciclo de vida, y no sólo la inversión inicial, porque lo barato sale caro. Para dejarlo aún más claro, y terminar con la típica confusión de términos entre Eficiencia Energética y Energías Renovables, les doy un buen dato: actualmente, tiene mejor retorno a la inversión, ROI, el cambiar en la casa el refrigerador antiguo por uno más eficiente energéticamente que instalar paneles fotovoltaicos.

Factores culturales

Uno de los acápites de la nueva Ley de Eficiencia Energética habla del problema cultural en Chile que es el corto placismo[UdW1] . Nos gustan las cosas baratas, aunque no sean económicas. La Eficiencia Energética reduce la demanda neta de energía para los mismos fines que se utiliza hoy. La Eficiencia Energética no es gratuita y requiere de inversiones en aislación térmica, procesos y maquinarias más eficientes, así como en el cambio de hábitos de los consumidores de energía, que son absolutamente todos los chilenos.

Soy un convencido que una política de Eficiencia Energética contribuirá a: aumentar la seguridad energética del país, reducir la dependencia energética de mercados internacionales caracterizados por su alta volatilidad, aminorar los costos de producción de los bienes y servicios, bajar los gastos energéticos de las familias destinados al uso de artefactos eléctricos, iluminación, cocción de alimentos, calefacción y agua caliente sanitaria.

Reducir la huella de carbono de nuestros productos exportados contribuye al cumplimiento de nuestros compromisos internacionales en torno al cambio climático. Esos compromisos (Acuerdo de París 2015, formulados en la ONU como ODS, Objetivos de Desarrollo Sostenible), deben cumplirse al 2030 y hasta que la Ley de Eficiencia Energética y la futura Ley de Cambio Climático entren en vigor con sus voluminosos reglamentos nos quedarán muy pocos años de implementación.

¿Ministerio de Electricidad o Ministerio de Energía?

Hace décadas que ha existido una confusión de términos a todo nivel, ya que en general se habla de energía cuando se refiere a electricidad, generación, trasmisión y distribución. Pero la electricidad es sólo el 22% de la energía que se consume en Chile y recién ahora el Ministerio de Energía se da cuenta que debe preocuparse seriamente también del otro 78% de la energía que se utiliza. Basta con graficar el hecho que la leña, que es fundamental en el centro sur del país para calefacción y cocinar, nunca se ha declarado oficialmente como combustible y, por lo tanto, la SEC no tiene potestad para fiscalizar su uso. Los problemas ambientales que de aquí se generan causan unas cuatro mil muertes prematuras anualmente, un costo social de usar leña húmeda “barata”. Esta mentalidad de lo barato lleva tanto a privados, como a las empresas y al Estado a preferir construcciones y equipos menos eficientes. Pero, está comprobado que terminan gastando más durante la operación.

Además, en el mercado local no siempre están disponibles las tecnologías más eficientes, ya que éstas no son demandadas por falta de conocimiento de los menores costos del ciclo de vida (inversión, operación, energía, mantenimiento). Ejemplo: un motor eléctrico normado de 1,5W cuesta en sus doce años de uso promedio un 2,3% en inversión (precio) y un 96,8% en electricidad. En un motor normado de 110kW la inversión inicial (precio) es sólo el 0,9% del gasto de ciclo de vida de 20 años en promedio. Pero, se siguen comprando motores eléctricos más baratos, sin certificación de eficiencia energética, aunque son mucho menos económicos en su ciclo de vida.

¿Qué trae el nuevo Proyecto de Ley de Eficiencia Energética?

El Proyecto de Ley de Eficiencia Energética busca institucionalizar el concepto de Eficiencia Energética a nivel de instituciones estatales para impulsar la Sustentabilidad, y principalmente entre los grandes consumidores energéticos, a los que se les obligará finalmente, a hacer gestión de energía partiendo de la premisa que esas 150 empresas tienen capacidad de gestión. Los límites se definieron en calorías anuales, y no en Joules, aunque Chile utiliza oficialmente el sistema internacional de medidas, SI, desde el año 1960. Pero conocemos ese fenómeno, ya que el precio del cobre se determina por libra y no por kg, el precio del petróleo se transa por barril y no por tonelada, y el gas natural en millones de BTU.

Fundamental, será la información a los consumidores al momento de comprar una vivienda con la “Calificación Energética de Viviendas” del MINVIU para que sepan lo que gastarán comparativamente en energía, pero aún no habrá información de los que se pueden ahorrar en problemas de salud que, en mi opinión, puede ser mucho más relevante por el largo plazo que van a usar ese bien.

En cuanto a los vehículos, que son responsables del 30% de la energía consumida en Chile, se exigirá renovar el parque vehicular con vehículos cada vez más eficientes energéticamente. El proyecto no menciona el concepto que los nuevos vehículos sean también menos contaminantes, lo que sí vale para el énfasis en vehículos eléctricos, que son menos contaminantes localmente, pero no necesariamente en forma global, dependiendo con qué se generó la electricidad que usan.

También, hay un capítulo menor, que yo considero de tipo reglamentario, que es normar los enchufes de carga de los vehículos eléctricos para la interoperacionalidad de las estaciones de recarga. No recuerdo si se necesitó consultar al Parlamento para normar los enchufes eléctricos L de tres patitas redondas en Chile, en comparación con los A de dos patitas planas en USA, o los gruesos enchufes F, SchuKo europeos.

Y, una última observación a la presentación escrita del proyecto de ley al Senado: entre las firmas de los seis ministros que rubrican el Proyecto de Ley de Eficiencia Energética junto al Presidente de la República falta, a mi juicio, la firma del Ministro de Salud, Ministerio que será uno de los más beneficiados.

Le deseo sinceramente a este Proyecto de Ley de Eficiencia Energética que por el bien de Chile sea tramitado, aprobado y promulgado en un plazo prudente, y que no se muera en el camino como le sucedió al intento anterior, bajo el pesado lobby de aquellos a los que el ahorro energético les perjudica el negocio.

 

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