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Ley de EE: nuevo marco regulatorio incentiva diseño de ingeniería eficiente en proyectos industriales
- La iniciativa consiste en una planificación en etapas tempranas de las inversiones, asegurando que las decisiones técnicas contemplen criterios de desempeño energético desde el comienzo, lo que podría incrementar hasta cinco veces los retornos sobre la inversión.
El reciente impulso regulatorio en torno a la Eficiencia Energética (EE) en Chile está generando un cambio de paradigma en la manera cómo se conciben y desarrollan los proyectos industriales. Con la entrada en vigor de la Ley Nº 21.305 y su artículo 6.1.2, cerca de 300 empresas de alto consumo energético deberán incorporar sistemas de gestión de energía que consideren desde el inicio de los proyectos la trazabilidad, medición y reporte del desempeño energético.
Este nuevo escenario ha puesto en el centro del debate el rol del diseño de ingeniería eficiente, también conocido como “Ingeniería de Eficiencia Energética Aplicada al Diseño”. Se trata de una metodología que responde a requerimientos de estándares internacionales como la norma ISO 50001, y que propone integrar criterios de desempeño energético desde las etapas más tempranas de los proyectos, con el fin de evitar decisiones que deriven en sobrecostos, ineficiencias o modificaciones posteriores.
A diferencia de las medidas correctivas tradicionales —que suelen implementarse una vez que las plantas están en operación—, este enfoque apunta a anticipar los impactos energéticos desde la definición del layout, la selección de tecnologías y la especificación de equipos, facilitando así un diseño más inteligente, resiliente y alineado con los objetivos de carbono neutralidad.

“El diseño energético eficiente representa un cambio cultural en la forma de hacer ingeniería industrial. Ya no se trata solo de cumplir con una norma, sino de transformar la eficiencia energética en un atributo estructural del proyecto”, explica Juan Peñailillo, gerente general de la consultora Negawatt, firma especializada en gestión energética que ha trabajado para empresas de gran consumo de energía como mineras, celulosas, sanitarias y asesorando también a importantes compañías de ingeniería en materias de diseño eficiente.
Si bien esta práctica ha estado presente en algunos sectores como la gran minería, donde existen estándares corporativos consolidados, su expansión hacia otras industrias —como alimentos, transporte, manufactura o logística— representa uno de los principales desafíos y oportunidades del nuevo marco legal.
Peñailillo destaca que muchas empresas aún no cuentan con metodologías claras para integrar estos criterios desde el diseño, lo que les impide valorizar o reportar los ahorros logrados. “Estamos viendo cómo se empieza a consolidar un enfoque más sistémico de la eficiencia. No solo como una buena práctica, sino como parte del cumplimiento regulatorio y como herramienta estratégica para la gestión energética y la competitividad operativa”, señala.
CAPTURA DE AHORRO Y TRAZABILIDAD DE DECISIONES
Uno de los conceptos clave en esta transición es la “captura de ahorro”: la capacidad de estimar, monitorear y comprobar, con trazabilidad técnica, los beneficios derivados de decisiones tomadas durante la fase de diseño. Por ejemplo, reemplazar una tecnología ineficiente antes de su instalación permite no solo evitar gastos futuros, sino también registrar y reportar el impacto energético positivo de esa decisión si se hace considerando la medición y verificación como concepto clave, la trazabilidad será vital en la confianza y replicabilidad de la práctica de un buen diseño eficiente.
“Antes, no se podía demostrar que un ahorro provenía de una elección anticipada. Hoy, con una metodología validada, eso cambia. Ahora es posible integrar esos datos al sistema de gestión energética, visibilizar indicadores y reportarlos incluso a la autoridad, lo que fortalece la transparencia y la gobernanza energética de las organizaciones”, agrega Peñailillo.
El potencial de esta tendencia es amplio. En sectores como el de energías comunitarias, se estima que pueden lograrse mejoras de hasta un 10% en sistemas de bombeo; en minería, un 5% en control de procesos; y hasta un 20% en mecanismos térmicos. Más allá de los porcentajes, el mayor valor está en la anticipación: al incluir la eficiencia energética desde el principio, los retornos de inversión pueden acelerarse hasta cinco veces, lo anterior considerando que la inversión sería solo el diferencial entre un equipo o sistema estándar versus el optimizado, y no el valor del recambio total, incluyendo el retiro y depreciación del equipo o sistema a ser recambiado más el valor del equipo nuevo eficiente, además de las pérdidas de producción de haber que detener procesos para este recambio.
En un contexto de creciente presión regulatoria por realizar gestión energética concreta, aumento de costos energéticos y compromisos ambientales, la ingeniería eficiente aparece como una herramienta clave para proyectar infraestructura más sostenible, flexible y alineada con los desafíos actuales.