- Por Rodrigo Serrano, Vicepresidente de Innovación y Desarrollo, Wisetrack Corp. //
Visibilizar el rol estratégico del transporte sostenible actualmente se vuelve fundamental considerando la crisis climática existente. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE) el transporte, en un contexto global, representa cerca del 23% de las emisiones de CO2, por esta razón avanzar hacia un modelo más limpio no es una opción, sino una necesidad urgente.
Ya no se trata solo de mover personas o carga, sino de hacerlo de forma segura, accesible y baja en emisiones, integrando tecnología, eficiencia y cuidado ambiental.
En Chile, de acuerdo con el Ministerio del Medio Ambiente, el transporte concentra aproximadamente el 39% de las emisiones de CO2 del sector energético, y su crecimiento ha sido sostenido en la última década. Pese a ello, hay hitos que posicionan al país como referente regional. Santiago lidera, fuera de China, la incorporación de buses eléctricos, con más de 2.800 unidades operativas en 2025, lo que equivale a casi el 45% de su flota urbana. Además, el Metro de Santiago se alimenta en un 60% con energía proveniente de fuentes renovables, y comienzan a aparecer pilotos de buses impulsados por hidrógeno verde, impulsando la innovación en movilidad sostenible. Estos avances son coherentes con la Estrategia Nacional de Electromovilidad, que establece que desde 2035 todos los vehículos livianos, medianos y de transporte público vendidos en Chile deberán ser cero emisiones.
Incorporar tecnología no significa únicamente digitalizar procesos, sino también cuidar los recursos, proteger a los conductores y garantizar una operación más segura y productiva. Cada kilómetro que se ahorra y cada minuto de ralentí que se evita tienen un impacto directo en la competitividad y en la huella ambiental, una tarea pública privada que se debe continuar creciendo en conjunto.
