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Prevención, datos y continuidad: la evolución de la seguridad eléctrica 4.0

  • Por Roberto Lepín, Director de Servicios para el Clúster Sur Andino de Schneider Electric. //

 

Roberto Lepín, Director de Servicios para el Clúster Sur Andino de Schneider Electric.

En un país donde la continuidad operativa es crítica para sectores como la minería, el retail, las telecomunicaciones, la agroindustria, la seguridad eléctrica ha adquirido un nuevo nivel de relevancia. La creciente demanda energética, el envejecimiento de parte de la infraestructura, los eventos climáticos extremos y la digitalización de los procesos productivos sitúan a las redes eléctricas en un contexto de operación cada vez más desafiante. Así nace la Seguridad Eléctrica 4.0, un enfoque que articula sensorización avanzada, análisis de datos y monitoreo continuo para anticipar riesgos antes de que se conviertan en fallas, accidentes o interrupciones de servicio.

Un reflejo de la urgencia de avanzar en esta dirección es el contexto reciente del sistema eléctrico nacional. Cabe recordar que, en febrero de este año, Chile vivió un apagón masivo que afectó a gran parte del país, dejando sin suministro eléctrico a más del 90% de la población y evidenciando debilidades en la capacidad de detección temprana y respuesta del sistema. Este evento obligó a declarar estado de emergencia y puso de manifiesto que la infraestructura eléctrica —y los sistemas que la operan— requieren de soluciones más robustas y predictivas para garantizar seguridad y continuidad en todos los niveles.

Durante décadas, la seguridad eléctrica se ha gestionado con un enfoque correctivo, es decir, cuando ocurre una falla, se responde con acciones reparatorias. Sin embargo, la velocidad a la que cambian las condiciones operativas exige un nuevo modelo. El paradigma de la seguridad eléctrica 4.0 implica que los propios sistemas monitoreen su estado y entreguen alertas tempranas ante condiciones que pueden evolucionar hacia fallas graves.

La base de este modelo es la integración de sensores inteligentes en puntos críticos de la infraestructura eléctrica. Estos dispositivos, distribuidos en tableros, líneas, interruptores y equipos de alta demanda, capturan variables que antes solo podían evaluarse de forma manual o esporádica. Hoy es posible monitorizar aspectos como temperatura, humedad, vibraciones o variaciones de carga en tiempo real, lo que permite anticipar deterioros o condiciones anómalas antes de que se traduzcan en incidentes. Esta supervisión permanente reemplaza paulatinamente a las inspecciones rutinarias, ofreciendo una visión continua del estado de la infraestructura.

La transformación real ocurre cuando estos datos son procesados y analizados mediante algoritmos capaces de detectar patrones, identificar tendencias y sugerir intervenciones oportunas. De esta forma, los equipos eléctricos “hablan”, y las organizaciones pueden interpretar esas señales para programar mantenimientos antes de que se produzcan errores, optimizar la vida útil de los activos y reducir riesgos para las personas y las operaciones.

Al anticipar condiciones de riesgo se reducen los accidentes eléctricos y se fortalece la continuidad operativa en industrias que demandan operación ininterrumpida. Esto no solo protege los procesos productivos, sino que también contribuye a cumplir con normativas de seguridad laboral y a consolidar mejores prácticas de gestión. Además, contar con datos centralizados y confiables permite auditar y mejorar continuamente los procesos, generando una cultura organizacional más resiliente ante eventos adversos.

Para Chile, donde infraestructuras con décadas de operación conviven con niveles crecientes de electrificación, la Seguridad Eléctrica 4.0 no debe verse como una tecnología futurista, sino como una herramienta estratégica para asegurar la estabilidad de servicios esenciales, proteger a las personas y construir industrias y ciudades más eficientes, seguras y resilientes.

 

 

 

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