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Eficiencia energética, ¿Cuánto hemos avanzado?

  • Por María Luisa Lozano, CEO de Emma Energy. //

María Luisa Lozano, CEO de Emma Energy

En la reciente 10ª Conferencia Anual sobre Eficiencia Energética de la Agencia Internacional de Energía (IEA), quedó claro que el mundo no avanza con la rapidez que esta materia exige, y aunque se reconoce su papel fundamental para enfrentar el cambio climático, garantizar energía asequible y fortalecer la seguridad energética, la eficiencia sigue sin estar realmente integrada en el corazón de las políticas públicas ni de las estrategias empresariales.

Dan Jørgensen, comisionado de Energía y Vivienda de la Comisión Europea, ha advertido que muchas empresas hoy enfrentan serios problemas de competitividad debido al alza sostenida en los precios de la energía. Y no se trata solo de resultados financieros: si esta situación se mantiene, también habrá un impacto en el empleo y, en consecuencia, en el bienestar de las comunidades. A su juicio, la eficiencia energética debería ocupar un lugar prioritario en la toma de decisiones. Sin embargo, la realidad muestra que no lo hemos hecho con la urgencia necesaria.

Comparto plenamente esa visión. Hemos sabido siempre del valor que tiene la eficiencia, pero no le hemos tomado el peso que merece. Si queremos avanzar, necesitamos dejar atrás las medidas aisladas y entender que esto debe ser parte integral de la gestión operativa de las empresas. Además, debe estar acompañado por políticas públicas que faciliten su adopción con lineamientos e incentivos claros.

¿Y en Chile? La situación todavía no es del todo clara. A pesar de contar con una Ley de Eficiencia Energética desde 2023, recién ahora se están completando los balances energéticos que incluyen el primer año con gestión de la energía, y recién en 2026 podremos ver los efectos concretos de la aplicación de la Ley. Hay señales positivas, como el aumento de empresas que han comenzado a gestionar su consumo energético, muchas de ellas motivadas por la ley y por compromisos de descarbonización. Sin embargo, aún estamos en una etapa muy incipiente.

Varias compañías están apenas conociendo sus consumos reales, registrándolos por primera vez en una hoja de cálculo. Es un comienzo necesario, pero el verdadero desafío es lo que viene después. Necesitamos tomar decisiones basadas en información confiable, no en intuiciones ni recetas genéricas encontradas en internet y, sobre todo, debemos tener la capacidad de demostrar con evidencia el impacto real que estas medidas están generando.

Hoy, más que nunca, Chile necesita datos. Datos que nos permitan saber cómo vamos, identificar dónde están las oportunidades de mejora y diseñar políticas públicas más efectivas. Solo con información, conocimiento y voluntad podremos integrar la eficiencia energética en serio en nuestro modelo de desarrollo.

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